Hay muchas formas de llegar al equilibrio, yo pongo en práctica y en escena, básicamente dos: los tentetiesos- o porfiados-, y palancas.
Los tentetiesos al caerse se levantan, tienen un peso que los devuelve a su posición original y por eso hablan de resiliencia.
Las palancas, en las que el punto de apoyo puede ser tan precario como una tira de tela colgada del techo, son símbolos de las dificultades de mantenerse estable; de hecho, aparentan un acto de magia.
A veces hablan de género, a veces de duelo, del cuerpo, de la experiencia. También abordo el equilibrio con imágenes (Equilibrista, 2005, Sísifo 2003-2014), con intenciones semejantes.