Locura fue creada simultáneamente a los cuadros textiles. Consistió en un túnel de tela elástica a través del cual pasaba el público y que al salir le hacía sentir parido. Las telas y la ropa, que empezaron como un romper y zurcir catárticos, me empezaron a generar metáforas acerca de la madre: la mía, las de otras y yo misma.
Después vinieron las sábanas, las cortinas y los manteles, que ya eran propiamente posicionamientos acerca del género y la vida doméstica.
Veinte años mas tarde retomé los textiles en instalaciones mixtas, dándoles el rol de suavidad ante las partes de cemento y hierro, buscando pensar en la unión de los opuestos. O, uniendo opuestos a partir del uso de técnicas tradicionales como el drapeado, yuxtapuestos a telas raídas. El drapeado es una forma de estructura matemática en tela y para mi representa las rutinas de la casa familiar, los esfuerzos constantes de las mamas-amas de casa por recuperar el orden. Los harapos encarnan la entropía.
Finalmente, un paracaídas hecho con ropa (Mama, 2021) reunió el afán catártico con la carga simbólica del objeto representado.